SÉNECA DIGITAL

Revista digital del IES Séneca


abril de 2008

número 1
ISSN: 1988-9607
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Artículo

EL MUNDO DE LOS TOROS

Juan Diego Madueño Criado
- Alumno de 2º de Bachillerato

El mundo de los toros es un mundo lleno de controversia: unos lo apoyan -la gran mayoría-, aunque con el paso del tiempo, la gente taurina, la gente auténtica, va siendo cada vez menos; otros opinan que los toros, fiesta española por antonomasia, debe ser abolida por su crueldad y ensañamiento con unos animales que, por otro lado, no existirían si no fuera por esta extraordinaria y singular fiesta.

Muchos de los llamados “anti-taurinos” opinan sin saber. Como simples "borregos" que se dejan llevar por lo que dice la gente que más o menos conoce la fiesta, que se ha informado sobre ella y que ha elegido la opción de no apoyarla pero siempre con respeto. No como los que opinan sin respetar a quien le gusta este mundillo tan peculiar con argumentos como: “¿te gustaría ser a ti el toro?” u otros “Deja al toro frente al torero, de poder a poder” y otros que rayan la incoherencia y el despropósito “si el toro tuviera una metralleta y el torero estuviera desnudo….”. Pero, bueno, no nos vamos a centrar en este cúmulo de sandeces que un aficionado a los toros oye normalmente en boca de personas a las que no se les ha inculcado el amor y el respeto hacia nuestra fiesta.

Porque para un español la palabra “toro” no significa un concepto tan genérico como "Bull" para un inglés o "Strer" para un alemán. Me refiero a un español que sea capaz de sentir esta fiesta como algo propio.

Para un español de cepa, la palabra “toro” no significa cualquier animal-macho-bovino, sino un animal cuatreño o cinqueño que responda a las siguientes características: casta, bravura, poder, fuerza y pies, es decir, que tenga buen trote y corra.

El toro en sí, el toro bravo, es un animal peculiar, pues ha evolucionado a la vez que lo ha hecho la fiesta. Los ganaderos han realizado una gran función en la evolución de la bravura, intentando siempre mejorarla, aunque en ocasiones haya un lote de toros que arruine una tarde.

La “selección artificial” es lo que realiza el ganadero día a día en los tentaderos, para mejorar la bravura de su camada. Esta labor ha sido muy importante. Gracias a ellos tenemos el toro que tenemos hoy en día, con su buen trapío, su bravura y buen tipo, como es el caso de la ganadería Miura o Victorino Martín.

Pero, eso sí, cada toro es un mundo y cada torero debe saber por dónde llevar cada toro, solucionar la ecuación que se le plantea desde el primer capotazo hasta la “suerte suprema” a la hora de matar. Nunca ha de confiarse porque es una pelea, una lucha, en la que si se produce un descuido se sale perdiendo, perdiendo la vida, que es lo que se juega cada tarde el torero.

Veamos el caso del joven torero apodado el Yiyo, que finalizando una gran faena en su ultimo toro se disponía a entrar a matar, y cuando le clavó la espada al toro en un magnífico volapié, el toro lo enganchó por la pierna, sin dañar todavía, y cayó al suelo. El desafortunado espada echó a rodar cuando llegaron los subalternos para socorrerlo y el toro dirigió de nuevo su atención sobre él y lo volvió a coger por la axila izquierda levantándolo prácticamente a pulso y poniéndolo de pie. Fue en ese momento cuando el toro penetró con su cuerno la axila izquierda del joven espada y, llegándole al corazón, lo mató en el acto. Nada se pudo hacer por su vida.

Ahí vemos la grandeza del toreo, puede ser en un momento determinado una fantástica fiesta y en otro momento teñirse de tragedia, como la vida misma.

Internados, ya, un poco en lo que es el mundo taurino o en la tauromaquia propiamente dicha, voy a intentar dignificar con mis palabras esta fiesta tan nuestra y tan arraigada en la historia de España.

Primero empezaremos por dejar las cosas claras. El toro claro que sufre, es normal, recibe un gran castigo físico y una gran pérdida de sangre. Pero, por decirlo de alguna forma, también es un privilegiado. Muchos de vosotros os echaréis las manos a la cabeza al oír esta afirmación; pues sí, el toro es un afortunado, porque es el único animal que tiene la fortuna de poder luchar por su vida demostrando bravura, fuerza, poder….Porque si un toro sale bravo y es bien llevado por el torero, ese toro se indulta, es decir, es llevado de vuelta a la ganadería donde se le cura, y se deja de semental para transmitir sus buenos genes a las futuras generaciones de cuatreños.

También he de argumentar, que esta fiesta ha pervivido en la Península Ibérica muchísimos años y nos debería atraer a todos a verla, no ya por el simple hecho de ir a “ver los toros” sino por una fuente más de cultura, por una fuente más para poder entender la historia y lo que es España. Es una fiesta que llevamos arraigada los españoles en lo más hondo de nuestro ser, ha convivido con nuestros antepasados y, además, antiguamente dedicarse a la fiesta del toro era la única manera de salir de la pobreza para muchas personas.

Queramos o no, el toro y la fiesta correspondiente a ese bello animal, la llevamos dentro de nosotros como una herencia del pasado, como una herencia de la cultura española, como algo que no podemos permitir perder y como algo que no se puede tomar tan a la ligera por esos cuatro a los que no le gusta la fiesta y que, peor aún, no la respetan.

En conclusión, esta es una fiesta “tipical spanish” y en muchos países se nos conoce por ello y no nos hemos de avergonzar ni por esto ni cuando a la península se la llama “la piel de toro”.Tenemos la fortuna de haber heredado de nuestros antepasados esta magnifica fiesta, de manera que somos unos privilegiados, aunque a muchos de los que estáis leyendo estas líneas esto no os guste.


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