SÉNECA DIGITAL

Revista digital del IES Séneca


mayo de 2010

número 3
ISSN: 1988-9607
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Cuento

LISSET

Antonio Peinado Fernández
Alumno de 1º ESO A

Érase una vez una niña que se llamaba Ángela, tenía 12 años y estudiaba 1º de la E.S.O. en el Instituto Séneca. Su padre era abogado y su madre, ama de casa.

Sacaba siempre muy buenas notas, tenía muchas amigas y sus padres y profesores estaban orgullosísimos de ella.

Un día, durante un examen de Matemáticas, entró en la clase una niña acompañada del Jefe de Estudios. Era una chica bastante morena y no parecía de este país. El profesor dijo:

— Alumnos/as, ésta es Lisset, viene de Ecuador y desde hoy será compañera vuestra.

Lisset se adaptó muy rápido e hizo un montón de amigas, entre ellas, Ángela.

En una ocasión, Lisset le pidió el típex a Ángela para borrar algo en un examen, pero Ángela le contestó:

— ¡Cállate, sudaca, no te voy a prestar nada!

Lisset se lo comentó al profesor y pusieron un castigo muy gordo a Ángela...

Desde aquel día Ángela insultaba continuamente a Lisset.
Al poco tiempo, Ángela llegó un día muy contenta a casa, pues había sacado un diez en un examen. Comió y, al terminar, sus padres la llamaron para darle una noticia importante:

— Ángela, hija, nos vamos a tener que ir a vivir a Ecuador una temporada.

-¿Qué, qué? ¡No te he entendido nada, papá!, contestó Ángela.

— Lo has escuchado bien. Nos vamos a vivir a Ecuador. Me han
contratado alli como abogado para un juicio muy importante.

Ángela se quedó toda la tarde en su habitación, ni siquiera fue a cenar. Se durmió apenada, pensando que era su último día en el instituto y que tendría que despedirse de sus amigas.

En clase no pudo hacer nada y las seis horas se le pasaron rapidísimo.
Cuando llegó a casa, sus padres la estaban esperando, con las maletas preparadas, para irse al aeropuerto.

En el avión, ella preguntaba a sus padres que si iban a volver a España y, muerta de aburrimiento, se durmió.

Cuando despertó, estaban aterrizando en el aeropuerto de Quito, y bajando la escalerilla dijo aterrorizada:

— ¡Madre mía, cuántos sudacas hay aqui!

El primer día que asistió a su nuevo instituto alli, empezaron a insultarla sin piedad. Como todo era más fácil que en España, siempre sacaba dieces, y le decían:

— ¡Otro diez ha sacado la española!

En esos momentos se acordaba de Lisset, cuando era ella la que insultaba.

Al cabo de cuatro meses, Ángela llegó al apartamento donde ahora vivían y sus padres le dijeron:

— Hija, el juicio ha finalizado. Vamos a volver a España ya.

Ángela se alegró muchísimo porque iba a ver de nuevo a sus amigas.
Cuando llegó a España, Ángela se relacionaba con sus amigas de siempre, pero también con Lisset, porque ya sabía que todas las personas, sean blancas, morenas o amarillas, son iguales y tienen los mismos derechos.


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