EL TIEMPO

El tiempo. Esa criatura indómita que ha todos acaba venciendo. Ese ser que nos hace creer cosas que no son, que nos confunde haciéndonos creer que somos más mayores o más pequeños.

Algunos ignorantes tratan de domarlo pensando que podrán controlarlo, y cuando se quieren dar cuenta están atrapados en su propia telaraña de segundos y décadas.

Otros se empeñan en medirlo. Cuentan el tiempo y piensan que así lo dominan, son tan ilusos que creen que les hace caso, que ellos están por encima, que tienen el tiempo en sus manos. Pero algún día mirarán sus palmas, y será entonces cuando las vean cubiertas de arrugas, y será entonces cuando se den cuenta de que mientras ellos vivían pensando que eran los dominantes el tiempo les había ido atrapando, y será entonces cuando se percatan de que son otros inocentes del montón.

La vida no es otra cosa que un desafío contra el tiempo en el que lo más inteligente no es luchar, no es contarlo ni lamentarse de lo que ha pasado. Lo mejor es, simplemente ignorarlo. Si eres listo no lo medirás, te dará igual, harás como que no sabes que está ahí sin olvidarte nunca de él (por si acaso), y disfrutarás de tu existencia. Eso es lo mínimo que puedes hacer.

Recuerda: jamás le sigas el juego. No le desafíes, no intentes combatir contra él. Porque puedes ser muy listo, puedes tener mucha experiencia, puedes creer saber lo que haces... Pero, al final, ¿quién abate al rival? ¿Quién vence al enemigo? ¿Quién consigue oponerse a su contrincante? Él. Y siempre él. No lo podemos evitar, esta guerra es así. El tiempo siempre acabará por destruirnos y alzarse victorioso ante nosotros.