SÉNECA DIGITAL

Revista digital del IES Séneca


mayo de 2010

número 3
ISSN: 1988-9607
·
Versión para imprimir de este documento Versión imprimir

¿SUEÑO O REALIDAD?

Gema Rodas Cuevas
Alumna 2º E.S.O. B


Me abandono al sueño, como todas las noches, pensando qué me deparará mi subconsciente. ¿Será un bello sueño en el que yo sea la princesa?, ¿o quizás una atroz pesadilla en la que sufriré hasta que despierte?, ¿o tal vez esté tan exhausta que ni siquiera pueda soñar? Cada noche las mismas cuestiones abordan mi mente, y cada noche me quedo sin respuesta hasta que consigo conciliar el sueño, y entonces, cuando llegan los buenos sueños, veo castillos coloridos, príncipes azules, sonrisas y luces que me invaden hasta que al amanecer despierto con una sonrisa en mis labios. Los malos sueños, son eso mismo, malos sueños. Gente que me persigue y monstruos que me mantienen en vela toda la noche. Normalmente siempre sé si los sueños van a ser buenos o malos, por como empiezan.

Pero no se que clase de sueño es éste. Durante un largo rato pienso que es un mal sueño, pues caigo en un abismo en el que no veo nada más que oscuridad y tinieblas, haciéndome estremecer. Quiero abrir los ojos, y salir de aquí tan rápido como me lo permitan mis piernas, pero en este momento, ni mis ojos quieren abrirse ni mis piernas correr, por lo que quedo aprisionada en un abismo siniestro del que no puedo escapar.

Pero esta sensación para. Cuando ya no tengo esperanzas de salir de allí, una intensa luz de vivos colores me acoge y me lleva a otro lugar. No sé como definir este sitio, pues es sutilmente bello y oscuro al mismo tiempo, creando una extraña armonía. A mi lado distingo una rosa roja, que no sé cómo ha podido crecer allí. Voy a cojerla pero una de sus agudas espinas rasga la yema de mi dedo índice haciendo que una pequeña gota de sangre resbale sobre ella. No me importa, y cojo la bella flor con más cuidado que antes. Camino con ella en la mano mientras observo con curiosidad este lugar tan extraño para mí, deteniéndome en cada uno de los detalles sin importancia. Todo cuanto veo puede ser una pared de hielo, o un bello bosque, y todo se mezcla al mismo tiempo creando un espectáculo de ilusiones. Nunca he tenido un sueño parecido a este. Casi parece real, siento todo, incluso aun la herida abierta de mi dedo, incluso la fina brisa que me envuelve, e incluso el canto etéreo del viento al rasgar sobre los árboles. Demasiado real. Una parte de mí está asustada, porque me está gustando mucho este lugar como para despertar, y empiezo a pensar que mis ojos no quieren abrirse debido a ello, a que me voy a quedar atrapada en este sueño, pero, lo que más me aterroriza, es que inconscientemente quiero quedarme aquí. Ladeo la cabeza para no convertir este bonito sueño en una pesadilla y me dispongo a seguir disfrutando de él, a explorar este lugar. Pero todo cambia cuando percibo un leve movimiento, una sombra, que me alerta de que no estoy sola en este lugar. Me muevo deprisa pero en poco tiempo advierto que el también sabe que le he descubierto, y ahora avanza sin ningún reparo hacia mí. Es más rápido que yo. Lo siento cada vez más cerca de mí, pero mi instinto de supervivencia me insta a seguir corriendo, aunque sepa que no hay esperanza. Voy dejando atrás aquel paisaje, pero con el que quiera que me siga pegado a mis talones. Se nota que se desenvuelve bien en este lugar, pues si cada vez que yo tengo que saltar por algún sitio pierdo ventaja, el la gana sin ningún problema. Es inútil, pienso justo un segundo antes de tropezar y caer. Me arrastro como puedo hasta que mi espalda choca con el denso tronco de un extraño árbol, y espero ya sin sentir nada, pero no puedo evitar que las lágrimas comiencen a surcar mis mejillas. Así que esto era la oscuridad de este lugar, pienso con cansancio. Morir en un sueño, qué irónico, si tendré que despertar en algún momento. Pero algo me dice que este sueño es real, no son nubes ni princesas ni pesadillas de las que despiertas antes de que te claven un cuchillo. No, este sueño me ha atrapado, y no puedo salir de él. Cuando él sale de los árboles, todo vestido de negro, no puedo evitar gemir bajo su intimidante porte.

— No me hagas daño, por favor, te lo suplico-suplico con la voz ahogada. Estoy paralizada de miedo.

Él no responde y se acerca a mí. Se agacha y se inclina hacia mí. Veo que tiene los ojos de un verde oscuro pero intenso, y el pelo tiene destellos de rubio oscuro sobre los mechones castaños.

— Por favor-vuelvo a pedir.

Él me mira y la claridad de sus ojos me impresiona. No son los de un asesino, son demasiado hermosos para ello.

— Tranquila-dice con una voz serena.- No debes tener miedo de mí.
— No... ¿no me harás daño?-pregunto mientras veo un rayo de esperanza.

Él niega con la cabeza.

—  ¿Cómo he llegado aquí?-pregunto más calmada.

Él sigue inclinado sobre mí y no cambia su postura mientras habla.

—  Te vi llegar, te vi coger la rosa, y también vi cómo te alertarte cuando me viste y echaste a andar. No podía permitir que te alejaras de allí, ni tampoco que te quedaras mucho tiempo aquí.

—  ¿Que me quede mucho tiempo aquí?-pregunto

—  Sí, si te quedas mucho tiempo en este lugar te quedas aquí para siempre-explica.

Entonces caigo en la cuenta de que puede que le haya pasado eso a él, pero no se lo pregunto por cortesía. De todas formas, no me salen muchas palabras, me está mirando con esos ojos y no sé si ni siquiera estoy respirando. Tan sólo siento que se inclina aún más hacia mí.

—  Tienes que marcharte, Evans-me dice.-No queda mucho tiempo.

—  ¿Cómo sabes mi nombre?-pregunto entonces.

Me mira durante un rato y me quedo esperando.

—  Porque yo he sido quién te ha traído aquí, porque quería ver como eras de verdad. Por este lugar se habla mucho de una chica de ojos negros y cabello oscuro que cada noche crea un lugar de sueños, y también, porque te he estado protegiendo durante muchos años.

—  ¿Por qué...?-pregunto pero lo tengo ahora tan cerca de mí que apenas puedo ver más allá de eso.

Me besa, y yo me dejo, no se muy bien por qué, pero lo necesito. Sus labios carnosos se mueven entre los míos, y siento en él alegría y felicidad. Siento el beso como si esto no fuera un sueño, y por primera vez me alegro de que no lo sea.

—  Espero que esto te parezca una buena respuesta a todo-dijo cuando se separó.- Y ahora debes marcharte. Ojala algún día vuelvas a encontrar este lugar.

Me vuelve a besar y esta vez no sé lo que hace, pero vuelvo a caer en ese abismo en el que caí cuando empezó todo. Pero esta vez no me parece terrible sino hermoso. Ya no tengo miedo, incluso me parece corto el trayecto de vuelta. Pero ahora se que sólo ha sido un sueño, pues cuando abro los ojos estoy tendida en mi cama, arropada hasta el cuello. Me destapo y salgo de ella, aún confusa por el mágico sueño de esta noche, pero algo me frena. Justo a mi lado de la cama, acabo de ver una rosa roja, de la que no me había percatado antes. Reposa resuelta y digna como si alguien la hubiera colocado allí antes. Reprimo el grito que amenaza con salir de mi garganta y corro al cuarto de baño, con una idea rondándome la cabeza. Acerco un foco de luz intensa sobre uno de mis dedos. A primera vista no se habría identificado, pero allí está. Un diminuto punto en una de mis yemas. Como si me hubiera pinchado con algo afilado. Con una espina de rosa. Entonces, ¿fue esto un sueño o pasó de verdad?


Arriba
ISSN: 1988-9607 | Redacción | www.iesseneca.net