SÉNECA DIGITAL

Revista digital del IES Séneca


mayo de 2010

número 3
ISSN: 1988-9607
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EL ESPEJO

María Barral Gil
Alumna de 2º ESO D

CAPÍTULO 1

Alice, así me llamo. Tengo 14 años, el pelo castaño oscuro y los ojos negros. Y soy bajita. Ya veis, una entre un millón. Aunque según mi madre, Cloe, mis ojos negros son especiales. Supongo que lo dice porque los heredé de mi padre, al cual nunca conocí.

Vivo en Sun Ville, una pequeña ciudad situada cerca de unas montañas y un lago, llamado Ixam. Ahora mismo voy hacia allá, para darme un baño con mis amigas. Tras andar un poco llego a mi destino, pero todavía no hay nadie... espera, ¡sí! Una chica ha emergido del agua y me está mirando. Me acerco, y al observarla más detenidamente me doy cuenta de que soy yo, ¡reflejada en un espejo! Un espejo que ha salido del agua. Un escalofrío me recorre la espalda; es como si me estuviera observando. Poco a poco, como movida por un resorte, me sigo acercando, y algo en mi reflejo me alarma, me están saliendo arrugas... mentira, es el espejo el que se está... ¿disolviendo? Casi instintivamente me miro a mí, a la Alice de verdad, y para mi horror veo como yo también estoy desapareciendo, primero son los pies los que se van, luego las piernas, ¿y qué ocurre cuando desaparecen mi cintura, mi pecho? Que no queda nada. No es que haya negro, no. No hay nada. Nada de nada. Y esto es lo último que puedo ver antes de que mis ojos desaparezcan, junto a mi cuerpo, como si nunca hubiese existido.

CAPÍTULO 2

Me despierto en un bosque. Voy a incorporarme, esperando sentir algún dolor, pero me levanto muy ligeramente, como una pluma. Miro a mi alrededor: todo está lleno de almendros en flor, o eso es lo que pienso hasta que sigo observando y veo miles de árboles similares, pero de colores distintos. No es que la botánica sea mi fuerte, pero estoy segura de que no hay almendros azules, ni verdes... Aquí estoy, hasta que noto un movimiento a mis espaldas. Me vuelvo: algo ha intentado esconderse de mí, pero los coloridos árboles lo delatan, pues va vestido de negro. Unos ojos grises me observan con interés, y cuando deducen que no soy peligrosa salen a la luz. Es un chico que aparenta unos 15 años, tremendamente alto, y (esto si que me asusta) sus dedos están unidos por membranas, de forma palmeada.

— Hola; esto... tienes cara de perdida, ¿puedo ayudarte? –entonces me percato de que sus cabellos negros emiten destellos azules, pero respondo.

—Pues... la verdad es que me vendría bien. ¿En qué zona del país estamos?

—Estamos en el Bosque Manfri, provincia de Elmash, Reino de las Estrellas.

Bien, no he entendido nada de nada, pero me parece que debería callarme por el momento. De lo que estoy segura, aunque no quiero creerlo, es que no estamos en mi planeta. Desde el principio he intentado atenerme a algo para no pensarlo, pero todo lo afirma: los árboles, los nombres, el chico que pretende ayudarme, sus dedos...

—Eh... bueno, si quieres puedo llevarte hasta Elmash, aunque nos llevará unos días -le miro, y me parece que mi mirada confundida da la respuesta por sí sola.

CAPÍTULO 3

Salimos temprano del bosque, y ahora acabamos de encontrar un sitio llano para descansar. Me alejo un poco y observo que el sol, que antes parecía hundirse a lo lejos en un mar de colores que no era otra cosa que el bosque, ya ha desaparecido. Miro hacia arriba y entiendo por qué este reino se llama así. El cielo está lleno de estrellas, pero hay una sobre todo que brilla más grande y hermosa. La estoy observando justo cuando oigo:

— Alice -Jake me llama (sí, ya me ha dicho su nombre).

— Llevo carne en la mochila, no es ideal, pero espero que te guste.

— ¿¡Qué es eso!? -digo mientras observa la carne verde inundada en... sangre que está devorando Jake. Él me mira y me pregunta:

— Alice, ¿seguro que eres de aquí? Esta carne la conoce todo el mundo -me observa mientras el color de sus ojos pasa del gris al azul.

— Puedes confiar en mí. Puedes contármelo todo -de repente, una sensación de calidez me recorre todo el cuerpo y siento la necesidad de contarle la verdad. Y cometo una estupidez: se lo cuento todo.

Al día siguiente me despierto y no veo a Jake. Decido levantarme y veo el rastro de sus huellas. Supongo que irán hasta el río de donde cogimos agua ayer. Las sigo tras descubrir que se han gastado las reservas de agua, pues tengo mucha sed y necesito beber. Para cuando llego a las orillas del río, me encuentro a Jake nada menos que enzarzado en una pelea con otro ser, digamos de su misma “raza”, pero tras observarlo mejor me doy cuenta de que éste tiene unas especies de branquias en el cuello y además su pelo lanza destellos rojos. De repente, Jake se percata de mi presencia y se distrae por un segundo que resulta letal, o eso creo. Pero justo cuando la espada que blande su adversario da un golpe letal, él se escurre como una anguila y se escapa entre la maleza, dejándome sola con ese ser que me mira fijamente a los ojos.

CAPÍTULO 4

Me he quedado paralizada observando la impresionante figura que sigue sin apartar la mirada de mí. Ese ser de ojos marrones poblados por destellos rojos, que hacen una siniestra combinación con los reflejos de su pelo. Además, esas branquias de un color verde son muy inquietantes. Demasiado inquietante.

—Gracias a los dioses, Alice, estás bien -me he quedado helada. Pero estoy sedienta de respuestas, así que le pregunto:

— ¿Quién eres? ¿Cómo sabes mi nombre? ¿Por qué has peleado contra Jake? -él sonríe mientras le planteo estas cuestiones, y al momento responde:

— Ay, Alice...necesitas una explicación, ¿verdad? No, necesitas muchas. Ven, siéntate y te lo explicaré todo. Ah, me llamo Peter -supongo que por mi confusión, le hago caso, y prosigue:

— A ver, ¿por dónde empiezo? Ah, sí, tu nombre... eso te lo tendrá que contar la persona adecuada en el momento adecuado. Lo que sí te diré es que has estado con una persona muy peligrosa. Supongo que recordarás algo... una sensación de seguridad -sí, me acuerdo de esa parte, así que añado:

— De calidez, bienestar -Peter me mira y continúa:

— Sí, esa es la descripción perfecta. Eso va acompañado de una obediencia sobrenatural que te hace responder todas sus preguntas. Estoy seguro de que le contaste toda la historia de tu vida -asiento.

— Los de su especie... bueno los de nuestra especie tenemos ese poder, podemos averiguar lo que queramos. El problema es que él es mestizo, posee algunas características de los gándor, mi especie, y otras de los sucen, la de su madre. De dicha raza ha heredado su altura y otro poder: el de no perderse nunca, por eso te sacó de ese bosque, que es como un laberinto. Estas características son las que le hace peligroso.

Me he sorprendido, pero no quiero que la sorpresa me pare, así que sigo preguntando:

— Eh... y... ¿a dónde se supone que vamos a ir ahora? -él me dirige una mirada tranquilizadora y me dice:

— Camino del Palacio de las Estrellas, hogar de nuestra reina Lizzy. Ella tiene que estar al tanto de todo lo que ocurre en su reino -no sé cuántas sorpresas más recibiré, por lo que intento calmarme. Pero es difícil, voy hacia la persona con más poder del reino en el que me encuentro: El Reino de las Estrellas.

CAPÍTULO 5

Hemos tardado varios días, recorriendo bosques, lagunas y montes. Ahora mismo me encuentro de rodillas junto al fuego que ha hecho Peter. Él está durmiendo, igual que yo hace un momento, pero me he despertado porque he soñado. Ha sido un sueño extraño: yo me encontraba junto a Peter, y de pronto apareció Jake, que atacó a Peter y esta vez ganó. Era extraño, yo me sentí bien, entonces Jake me miró y me abrazó. Nunca había soñado que me abrazaban, pero la sensación de calidez, de seguridad y bienestar que me produjo ese momento me gustó. Pero es un sueño, y Jake un criminal, así que voy a dejarme de tonterías. Justo así estoy, dándole vueltas a la cabeza, cuando Peter se levanta y me dice:

— Buenos días, Alice. Prepárate que ya mismo partimos, el Palacio de las Estrellas se encuentra a poca distancia de aquí, y tenemos que darnos prisa, supongo que será bueno llegar temprano, ¿no? -le dirijo una mirada y asiento mientras recojo mis cosas. En este momento me doy cuenta de lo poco que conversamos, yo estoy siempre pensando en mis cosas, pero ¿y él? ¿En qué pensará? Le miro mientras mete sus cosas en la mochila, e intento deducir en qué piensa, pero mantiene una expresión neutra. Parece que por el momento tendré que bastarme con saber lo que pienso yo.

Majestuoso, bello y frágil; así describo el palacio que se cierne delante de mí, que parece hecho de cristal y de luz, la misma luz que emiten las estrellas. Es lo más hermoso que he visto en mi vida, y sus altas torres acabadas en pico la hacen más parecida a una inmensa estrella. Peter, sin embargo, no se para a contemplarlo, como si ya lo hubiese visto muchas veces. Pero al mirar en sus ojos veo algo extraño... miedo. En seguida me mira, cambiando su expresión, como si quisiera disimularla. Me sonríe y dice:

— Bienvenida al Palacio de las Estrellas -mientras lo dice empieza a caminar, y yo le sigo. Justo cuando llega a una pequeña puerta madera me percato de que nos hemos ido alejando del palacio. Estaba tan concentrada en su expresión que no me he dado cuenta. Pero cuando lo hago, es demasiado tarde. La amable sonrisa de Peter se ha convertido en una mueca de odio, y ha desenvainado su espada. Esa espada que minutos antes yo pensé me protegería. Pero no la usa, sino que él mismo me propina un golpe en la nuca que hace que se nuble todo. Lo último que puedo llegar a ver antes de caer inconsciente es la puerta de madera abriéndose.

CAPÍTULO 6

Me despierto en un sitio completamente negro. La oscuridad se respira por cada rincón de este lugar, que no transmite otra cosa que miedo. Me intento incorporar, pero siento una fuerte punzada en la nuca y recuerdo lo ocurrido. Ahí debe de ser donde Peter me golpeó, y esta tiene que ser mi prisión. Valiente traidor. Todo parecía tan perfecto... Se habrá inventado todo eso de la reina, que me ‘‘espera’’.

De repente noto como algo se desliza en la oscuridad, y esta vez siento más miedo que antes. Advierto que se acerca arrastrándose, y un gemido aterrador hace que un escalofrío me recorra la espalda. Y entonces todo se aclara. Una especie de cerilla nos alumbra ¿a quién? Lo primero que veo son esos ojos grises y a continuación el rostro de niño de Jake. Pero no muestra una expresión alegre, no. Su cara está surcada por una enorme herida, desde su pómulo derecho hasta la frente pasando por la nariz. Y su cuerpo está lleno de hematomas y magulladuras. A pesar de todo, esboza una sonrisa, y comienza su explicación:

— Alice, perdón. No soy un asesino, como te habrá dicho Peter, solo soy un caso extraordinario de mestizaje, huérfano, y un monstruo para los gándor y los sucen. Utilicé mis poderes para asegurarme de que eras quien buscaba la reina -así que Peter no se inventó eso. — Una noche Peter te hipnotizó para que durmieras, y vino en mi busca. Yo estaba cerca, pero me persiguió hasta aquí. Continuamos, pero yo estaba agotado. No había comido nada esos días y las fuerzas me fallaron. Como ves, me trajo de mala manera y me capturó aquí, moribundo. Con las últimas fuerzas he usado un efecto de espejismo, y creyendo que te ponía en otra, te metió en la misma celda que a mí. Pero estoy agotado, no sé si podré seguir mucho más para salvarnos.

Me he quedado sin habla, pero le creo, su charla desprende sinceridad. Debemos actuar rápido, así que, después de pensar un poco, le digo: —Tengo un plan. Escucha.

CAPÍTULO 7

Gracias a Jake, que conoce esto; y a mis reservas de comida, ocultas en un bolsillo; hemos conseguido salir de la celda. Estamos en un pasadizo muy estrecho, y acabamos de encontrar algo que Jake quería para nuestro plan: una especie de perro enorme que tiene seis patas y un enorme ojo. Se encargan de vigilar estos pasadizos que dan al palacio, y Jake puede controlarlos. En silencio lo envía a nuestra celda, un regalito para Peter. Cuando llevamos un rato de trayecto, el túnel empieza ascender, desembocando en una puerta similar a la de entrada. Justo en la entrada Jake se vuelve y me dice:

—Recuerda todo lo que te he dicho, y no pierdas la calma -asiento tragándome los miedos de que algo no salga bien y los nervios de antes de ver a le reina, abro la puerta. Me encuentro con una habitación muy amplia y lujosa, con una cama de dosel preciosa y una mesa, armarios enormes, sillas con fromas que parecían desafiar a la gravedad y extraños objetos que desconozco. Todo es de tonos azulados, pero lo que me maravilla es que parece tallada en el cristal más puro, y encima, en el techo algo brilla, pero lo hace con luz propia y natural. Parece... no, imposible. Pero si no es eso, ¿el qué si no? Es una estrella. Es una locura, pero en este momento estoy segura, y casi puedo llegar a notar la magia que desprende esa estrella cuyo brillo parece desprender un aire solemne pero a la vez, no sé como expresarlo... ¿pícaro? No puedo ver más porque enseguida bajo la cara y me encuentro con una chica delante de mí. Aparenta unos tres años más que yo, su cutis es hermoso y delicado, su altura más bien baja, tirabuzones de pelo rubio caen sobre su espalda y sus ojos... ese verde tan atípico, casi oscuro, me recuerda a alguien, pero ella me saca de mis reflexiones al añadir:

— ¿Alice? ¿Eres tú?-su voz suena dulce, pero parece necesitar una respuesta, así que digo:

— Sí soy yo. El brillo de las estrellas te recubre-y completo el saludo que Jake me enseñó con una leve reverencia.

— Oh, Alice, ¿cómo empezar? -guarda un prolongado silencio, para luego continuar:

— Verás, yo... -y justo cuando los nervios le recorren, cuando va a decir las palabras sorprendentes, sé donde he visto esos ojos-...soy tu hermana -en mi madre. Así que Lizzy, reina de Las Estrellas, es mi hermana. Una hermana que jamás supe que existía, una hermana que ha heredado de nuestra madre lo que yo no heredé: sus ojos.

— Bien, entiendo tu estado de shock, pero sé que necesitas una historia, la tuya, empezando por el principio -pienso en el inicio de todo esto, y balbuceo:

— El espejo -ella me mira-. Sí Alice, el espejo. Verás, cuando ibas al lago, algo... quiero decir, alguien detectó una presencia, y algo de ésta le atrajo. La presencia eras tú, y ese alguien el espejo. Te ‘‘vio’’ y te trajo hasta el Bosque Manfri. Pero lo mejor es que alguien lo cuente en primera persona.

Me lleva hasta el lado de un objeto, el espejo. Entonces una voz procedente de éste empieza con su relato:

— Alice, el lago Ixam al que fuiste es una brecha entre nuestros mundos, una puerta que yo vigilo a veces. Peter te traicionó por envidia. Envidia a Jake y a Lizzy. La razón de todo esto, la de por qué me atrajiste, es porque el espíritu que hay en este espejo es el de el descubridor de este reino, tu padre -intento expresar mi alegría, mi sorpresa, mi aturdimiento, pero no me sale nada. Solo nos miramos los tres, y sé que ellos también se sienten igual. Lo importante ahora es que estamos juntos.

EPÍLOGO

Han pasado dos semanas desde que ocurrió todo. Me siento tan rara... Jake entra en mi habitación, y nos miramos, una sensación de calidez me recorre el cuerpo, pero me parece que no tiene que ver con su poder. Mirando sus ojos, esos ojos que en aquel momento me parecen más bellos que nunca e pregunto:

— ¿Qué pasará con todo? ¿Se acordarán de mí mis amigas? ¿Y mi madre? ¿Me estarán buscando? -Jake me mira clavando en mi su mirada que hace que mi corazón acelere su percusión de manera entrecortada y me tranquiliza:

— Seguro que están bien. Ya habrá tiempo para eso -y entonces, como si mi cuerpo se llenara del más honesto, verdadero e infinito amor, me abraza, y siento que él y yo somos uno, que nos queremos. Y allí permanecemos un tiempo, unos segundos o minutos que no merecen la pena contar, unidos en un lazo fortificado por el amor. Pero esta vez no es un sueño. Esta vez es real.


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