SÉNECA DIGITAL

Revista digital del IES Séneca


mayo de 2010

número 3
ISSN: 1988-9607
·
Versión para imprimir de este documento Versión imprimir

UNA LLAMADA DESTINO MI AMOR

María Barral Gil
Alumna de 2º ESO D

He visitado miles de ciudades, he investigado por muchos pueblos, he conocido infinidad de aldeas, he conocido a un sinfín de personas... Y, sin embargo, no ha sido hasta hoy cuando se me ha ocurrido, o tal vez me he atrevido a reflexionar.

He estado en cada uno de nuestros continentes, y no ha sido hasta hoy cuando me he parado a pensar en todo. Quizás simplemente no lo hice antes porque no tuve valor. Porque me he dado cuenta de que he vivido tantas cosas, tantas experiencias. He vivido tanto... pero no me sabe a nada.

He conocido a miles de personas, pero me ha costado darme cuenta que si no he disfrutado de esto es porque ninguna es como él. Porque no he estado junto a él. Y es que fui tan tonta que me dejé influenciar. Me convencí de lo que otros estaban convencidos. Me dijeron que el tiempo curaba las heridas, pero ha sido imposible para mí. Porque hasta hoy, dos años (o quizás tres) después de aquello , le sigo extrañando, le sigo echando en falta. Porque hasta hoy le sigo queriendo.

Me paro un momento y pienso que cómo fue que llegamos a este punto. Y es entonces cuando todo me parece tan ridículo... Un día me dejó de hablar. Ocurrió de repente, sin explicación, de una jornada para otra. Ahora me percato de que puede que él pensara que fui yo la que le dejé de hablar. Pero entonces estaba tan cegada por el dolor que no quise verlo.

Pero es que mi esperanza se la llevó él. Porque si alguien estuviera en mi lugar, y entonces le hubiera visto rodeado de aquellas chicas guapas, con estilo... Que me diga alguien si hubiera seguido teniendo esperanza, si además ya ni me miraba. Pero hoy no me quiero creer que tirase la toalla de aquella forma. ¿Por qué me tengo que preguntar hasta dónde podríamos haber llegado? ¿Por qué no lo comprobé yo misma?

Y entonces me arrepiento de no haber dado el paso yo. De no haberlo intentado.

Suena un pequeño golpe junto a mí. Algo se me ha caído de mi cartera. Miro: mi móvil. Vaya bromas que a veces nos gasta el destino. Porque este era el empujón que me hacía falta.

Me agacho y recojo el móvil. Ese móvil que ha dado la vuelta al mundo conmigo; mi único compañero de viaje. Y al abrir la agenda puedo ver su nombre. ¿Y por qué no había decidido aquello antes? ¿Por qué había tenido que recorrer tal parte del planeta para darme cuenta de que sin él mi vida no tiene sentido? No lo sé, pero ahora me da igual, porque sí que me he percatado de ello.

Miro ese botón verde, con mi dedo a milímetros de él. Ese botón significa demasiadas cosas. Poco a poco, con la mano temblando, consigo acertar a pulsar la tecla de llamar, y me coloco el teléfono en la oreja.

"Piiiii". Silencio. "Piiiii". Otra interminable pausa. "Pi", esta vez el sonido se interrumpe antes, y el corazón se me para de repente. Oigo silencio, pero esta vez no uno completo; está como embotellado, y pronto escucho como alguien mueve ese teléfono, seguramente para ponérselo al oído. Mi corazón sigue sin atreverse a moverse. Y entonces escucho su voz, su irremediablemente bonita voz que tantas cosas me trae a la cabeza:

— ¿Si?—sigo sin atreverme a contestar, maravillada por su voz que es mejor que la más bella música en este momento. Finalmente mi corazón consigue responder, dando un enorme golpe en mi pecho, que amenaza con destruirse de la emoción. Y parece que por fin consigo articular una palabra. Parece mentira que haya tenido que hacer esto para darme cuenta de lo que es para mí, me vuelvo a repetir. Y entonces surge definitivamente la primera palabra de la conversación que deberíamos haber mantenido hace mucho, mucho tiempo:

— Hola...


Arriba
ISSN: 1988-9607 | Redacción | www.iesseneca.net