¡HUMANIDAD REAL YA!

Actualmente, en España nos encontramos con casi cinco millones de parados. El 41% de los jóvenes entre 18 y 25 años se encuentra en paro, tasa que dobla la media europea. Según datos de la OCDE, el porcentaje de jóvenes desempleados sin estudios dobla a los que sí los tienen. Por datos como estos, el 15 de mayo se levantó, en la Puerta del Sol de Madrid y en otros lugares, un movimiento ciudadano que pedía una democracia más participativa en la que desapareciera el bipartidismo actual y el dominio de bancos y corporaciones. Este movimiento estuvo dirigido por numerosos jóvenes "indignados" por la situación política y económica de España.

Ya era hora de que se levantara el pueblo y, sobre todo, la juventud, ya que somos los más afectados y, probablemente, el futuro. La iniciativa de este movimiento va a tener y ha tenido gran repercusión en los tiempos que vivimos, como ya hemos podido observar en las últimas elecciones. Es el reflejo de una sociedad decepcionada y con ganas de cambios, pero para mejor. Defendiendo la democracia real, la lucha contra el paro, la necesidad de políticos honestos que se dediquen a gobernar para el pueblo y no para llenar sus sucios bolsillos del dinero de todos...

Todas esto está muy bien, demasiado bien... Esta muestra de rebeldía contra lo establecido durante ocho años en España justo una semana antes de las elecciones, me hace pensar que aquí "hay gato encerrado". Desde que empezaron las manifestaciones, todo esto me ha olido a engaño. Muchas personas han aprovechado la coyuntura para sacarle partido a la situación, y este partido cojea por la izquierda. Y la verdad no me extraña, ya que la mayoría de los protestantes se han encontrado decepcionados por un partido, supuestamente de izquierdas, que ha llevado a España de cabeza a la crisis, y ahora no le van a dar la razón al equipo contrario, el cual tampoco habría solucionado mucho.

Pero el foco de está situación escabrosa no se encuentra a la derecha ni a la izquierda, sino en el centro de todos, en nuestro interior, en una crisis de humanidad que se ha visto incrementada por la económica. El sistema falla porque el ser humano no es perfecto y siempre busca su propio beneficio.

No debemos tener miedo a la crisis económica sino a la moral. Sumidos en la filosofía del siglo XXI del "todo vale" no vamos a llegar a ningún sitio. Debemos concienciar a la sociedad de unos valores, y no en los materiales precisamente. Valores como la solidaridad, el amor al prójimo, la igualdad, el respeto, la defensa de la vida... Salir de la crisis económica no servirá de nada sin erradicar la crisis de humanidad. ¡Humanidad real ya!