SÉNECA DIGITAL

Revista digital del IES Séneca


junio de 2015

número 5
ISSN: 1988-9607
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PAD, einsteigen bitte!

Paula García Molina

2º Bachillerato D

PAD, einsteigen bitte!

Probablemente todo empezó cuando mi profesor de alemán, Rafael Tagüa, me informó sobre esta beca. Yo había escuchado algo de ella, pero no me planteaba ir seriamente. Estar un mes “sola” en Alemania y rodeada de desconocidos era algo complicado. Pero lo que más me hacía dudar era tener que hablar alemán y, sobre todo, entenderlo, las 24 horas del día. Sin embargo, un mes gratis de vacaciones siempre es tentador, así que finalmente decidí probar suerte.

Tras rellenar los papeles (que no eran pocos), los envié, aunque ser seleccionada no era nada fácil, ya que solo podían ir 16 personas de toda España. La selección depende de la nota media del año anterior y la nota de corte es muy alta. De España van jóvenes de 4º de E.S.O. y 1º de Bachillerato, por lo que hay bastantes candidatos, siendo fundamentales las notas de 3º y 4º de E.S.O., respectivamente.

Tras echar la beca a finales de marzo, al borde de la fecha límite y de manera muy precipitada, estuve bastante sin saber de ella. Ni siquiera fui yo la que me enteré de que me la habían concedido. A primeros de mayo me dijeron que me habían concedido la beca “Alumnos Premio”, que me iba todo el mes de julio a Alemania. A pesar de la gran oportunidad que se me presentaba, todavía pensé en rechazarla. Pero tras gran insistencia de mi profesor, y pensarlo mucho, finalmente decidí ir.

¿En qué consiste la beca? Esto es un aspecto fundamental y debería haberlo explicado antes con total probabilidad. Pero yo tampoco lo sabía, así que es mejor obtener la información conforme suceden los hechos. Sí, sabía que iba a pasar un mes en Alemania, del 2 de julio al 1 de agosto. Sí, sabía que iba a ir a hoteles y a casas, además de que todo estaba pagado e incluso me daban algo de dinero para mis gastos personales. Sí, sabía que iba gente de todo el mundo. Y aquí se acababan mis conocimientos. Ya no podía esperar más, Pädagogische Austauschdienst (Servicio de Intercambio Pedagógico) o PAD para los amigos, es el organismo que controla la beca, y el correo electrónico con lo que íbamos a hacer allí no llegaba, lo que me ponía más nerviosa. No fue hasta finales de junio que finalmenté lo recibí. ¿Qué iba a hacer? Viajar un mes por toda Alemania con mi querido grupo 18. Desde Bonn hasta Berlín, pasando por nuestro conocido Traunstein y Hamburgo, todo ello en un mes inolvidable.

Así que tras mucho esperar, y con bastantes nervios, llegué al aeropuerto de Madrid, dispuesta a embarcarme en esta aventura y a conocer nuevas personas. En realidad no fui sola, ya que a otro alumno del instituto también le habían concedido la beca, pero apenas coincidimos en ese mes. Así que ahí estábamos, un grupo de jóvenes desconocidos unidos por el alemán y el inminente viaje.

Los españoles no fueron ningún problema, el problema fue cuando llegamos a Bonn, nuestro primer destino. Decir que no entendía algunas palabras sería quedarse corto. A pesar de que los monitores hablaban alemán en un supuesto nivel “para extranjeros” su comprensión me resultaba totalmente imposible. Fue una terrible cura de humildad para todos. Pero una vez que estás en Alemania y te ves obligado a hablar alemán, y sobre todo a comprenderlo, la mejora es rápida. Una vez conocidos los compañeros del grupo, que son con los que vas a estar todo el viaje, el resto es sencillo.

En mi grupo había personas de muy diversos países: Francia (pero de La Reunión, esa desconocida isla al lado de Madagascar), Polonia, Israel, Rusia, Eslovaquia y, por supuesto, España. Es increíble cómo gente tan diferente puede encajar tan bien, pero eso es lo que hicimos. Creo que lo más importante de este viaje son las personas que conoces y la experiencia que vives, más allá de las visitas en sí.

Tras pasar cinco días en un hotel en Bonn, fuimos en tren hasta Traunstein. No todo el mundo va a este pueblo tan conocido en nuestro instituto por el intercambio de alemán, pero, casualidades de la vida, a mi grupo le mandaron allí. Durante dos semanas viví en una casa con una familia alemana, con una chica que conocí en mi intercambio. ¡Incluso pude volver a ver a “mi alemana”! Los días en el pueblo se hacen excursiones, prácticamente las mismas que durante el viaje con el instituto.Todos estábamos de acuerdo en que lo peor eran las clases. En julio no hay vacaciones, tienes que ir al instituto, y en muchos casos a las seis clases diarias. Por suerte, solo teníamos un par de clases “reales” con nuestros compañeros, que eran totalmente incomprensibles,excepto por la de inglés, que fue la mejor de todas. El resto de clases eran especiales para los de la PAD, es decir, para mi grupo. Desde las aburridas clases sobre la Ley Fundamental de la República Federal Alemana hasta la loca clase de música, todas se hacían más llevaderas por el gran esfuerzo de los profesores por que los entendiésemos. Aunque he de decir que no todos lo necesitaban, personas como el chico eslovaco hablaban alemán igual que los nativos.

Nuestros compañeros alemanes se ocuparon de que no pudiéramos tener ni un momento de aburrimiento, haciendo cosas a todas horas y procurando que estuviéramos juntos. Por ejemplo, yendo de excursión al palacio del rey loco, jugando a los bolos, en una barbacoa junto al río o en una piscina llena de trampolines y toboganes. Una interesante y algo temida actividad es la Internationaler Abend, que hicimos en Bonn y en Traunstein, donde cada país tiene que presentarse. Hablar alemán delante de todos no es lo más fácil, teniendo en cuenta además que nuestras gracias son diferentes, pero conseguimos que todo el mundo acabara bailando la Macarena.

La partida fue dura para muchos, pero nos dirigíamos a la otra punta del país, a Hamburgo. Esta ciudad es muy famosa por su puerto y nosotros mismos fuimos a la playa, donde comimos los típicos bocadillos de pescado. De nuevo cinco días en un hotel, pero esta vez fue mucho mejor que la anterior, ya habíamos tenido tiempo de hacernos amigos. La PAD tampoco nos permitía aburrirnos y nos avasallaba con todo tipo de actividades culturales, desde visitas guiadas a museos (e incluso visitas a campos de concentración) hasta divertidos teatros. El teatro no siempre fue comprensible, pero sin duda alguna el musical fue insuperable. Personalmente, amo los musicales, así que cuando descubrí que nos iban a llevar a uno, no podía parar de sonreír. Vimos Rocky y, aunque no entendí todo, la música no necesita de ello.

La última parada fue, como no podía ser de otra manera, Berlín. Nuestros últimos seis días, los cuales pasamos en un hotel de esta increíble ciudad. No quiero contar mucho más, así que solo os diré lo maravillosa, a la par que triste, que puede ser llegar a ser la noche de despedida con la fiesta en el karaoke. Despedirnos fue muy difícil, ver cómo cada persona de tu grupo se monta en un autobús, sabiendo que posiblemente no volverás a verlos. ¿Cómo ir a La Reunión o Israel? Pero los sentimientos permanecen y lo vivido no se olvida.

Sé que me dejo un punto importante. La comida. Eso siempre es un aspecto fundamental de cualquier viaje, y en este fue impecable. Frente a los buffets libres de hotel o comidas de campamento, el “señor PAD” te invita generosamente a comer y cenar en restaurantes. Todos los días íbamos a restaurantes de lo más diversos, pudiendo gastar un máximo de 15 euros por persona en cada comida. La verdad es que aquello es un no parar, la comida es deliciosa e incluso vas a probar platos tradicionales de los diferentes países de los miembros de tu grupo. El restaurante español fue curioso, había muchas tortillas diferentes y platos que yo no sabía de su existencia. Pero la comida italiana sobresalió a lo largo del viaje, a pesar de no haber ningún alumno italiano.

Ya no queda más que contar, solo la historia por vivir. Espero que la información sea útil, o al menos algo interesante. La experiencia no debe dar miedo y aseguro que el alemán mejora de manera extraordinaria. Son vacaciones junto a los más impresionantes nuevos amigos, y a pesar del lloroso final, la experiencia siempre merece la pena.


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