SÉNECA DIGITAL

Revista digital del IES Séneca


junio de 2018

Número 6
ISSN: 1988-9607
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ENTREVISTA A FELISA NAVARRETE

Por Sara Jiménez Pedrera (3ºESO-A)

La entrevista de hoy se la haremos a doña Felisa Navarrete, para conocer la vida de una persona de ochenta años que se ha ido adaptando al cambio del s.XX, en el que se bañaba en un barreño en el patio de casa, al s.XXI, en el que utiliza un teléfono móvil. Ella representa a toda una generación de abuelos que han hecho que nuestra vida sea mucho mejor.

ENTREVISTA A FELISA NAVARRETE: “Estoy preocupada por mi madre, ¿y si le ha arrollado una bicicleta o un carro? Esas eran las preocupaciones que yo tenía por estar lejos de ella, a pesar de tener solo cinco años”.

-¿Qué es lo que más te marcó en tu infancia?

Lo que más me marcó es que a los cinco años, tuve que marcharme del lado de mi madre y mi hermana mayor e irme a vivir con mis tíos a Segovia con otras dos hermanas, debido a que habían encarcelado a mi padre.

A pesar de haber vivido bien con ellos, extrañaba a mi familia y me resultaba raro estar allí, ya que no conocía el lugar. Por eso, yo nunca estaba feliz cuando era niña, y no jugaba despreocupadamente como mis hermanas, por lo que mi tía me preguntaba constantemente qué me pasaba, a lo que mi respuesta siempre era la misma: "Estoy preocupada por mi madre, ¿y si le ha arrollado una bicicleta o un carro?" Esas eran las preocupaciones que yo tenía por estar lejos de ella, a pesar de tener solo cinco años.

-¿Qué recuerdas de ese momento? ¿Por qué lo detuvieron?

Yo era muy pequeña, y lo poco que recuerdo es que de la noche a la mañana mi padre ya no estaba, solamente mi madre, una persona muy pobre de espíritu pues se había criado en un pueblo y de manera acomodada, llorando en un rincón, y a mi junto con el resto de mis hermanas, siendo atendidas por mi hermana mayor que actuaba como una madre para todas nosotras.

Mi padre fue un preso político, una persona que había defendido unos ideales contrarios a los de la dictadura de aquel tiempo y fue acusada por ello. Una mano negra lo denunció, pero tuvo su juicio y salió inocente, aunque le habían quitado todas sus posesiones. Más tarde volvió a ser acusado y detenido pues tomo la responsabilidad de que uno de los empleados de su taller, hubiese llevado un camión a su nombre a un lugar que no debía. Aun así, en la familia hay una especie de leyenda que dice que la que denunció esto fue la hermana de mi madre, que le tenía envidia pues mi padre, alguien bien instruido, que era de Madrid y hablaba siete idiomas, había elegido a la "hermana bruta" y no a alguien refinado como ella.


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