SÉNECA DIGITAL

Revista digital del IES Séneca


junio de 2018

Número 6
ISSN: 1988-9607
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HASTA ROMA ANDANDO

Marta Lara García (3º ESO C)

Hoy domingo por la mañana vamos a entrevistar a Juan Miguel de la Rosa, quien se fue andando a Roma, tiene 51 años, es de Córdoba, titulado en turismo, guía de turismo y miembro de una unidad de investigación de la Universidad de Córdoba, aparte de ser una buena persona. Afirma que para él su vida cambió completamente durante este viaje: “De todo lo que he hecho en mi vida es de lo que más orgulloso me siento”.

P: ¿Iba acompañado por alguna persona durante el viaje? ¿Pasó miedo en algún momento?
R: Cuando puse en marcha este viaje, tenía contactos y lo anuncié en un tablón de anuncios por si alguien estaba interesado en hacer ese mismo viaje y acompañarme, pero no conseguí ningún resultado, por lo que me fui solo. La verdad que este tipo de experiencia es más reconfortante y mucho más enriquecedora hacerla solo que acompañado. Me imagino que con las dificultades que uno se encuentra enfrentarlas solo cuesta mucho, pero tener que partir de la opinión del otro e intentar llevarte bien con la otra persona para tomar decisiones es muy difícil. Es mejor enfrentarse con uno mismo, además el camino tiene eso del encuentro con uno mismo. No es necesario que vaya una persona más, yo creo que te aporta mucho más ir solo, aparte nunca llegas a estar solo, porque te encuentras con una cantidad de gente durante el camino que te ayuda, te anima, te estimula mucho a seguir. Por lo tanto esa soledad es parte del camino pero no lo es todo. Claro que pasé miedo, pero no era un miedo que me impidiera salir adelante, nunca nada me hizo dar un paso atrás, tuve mucha confianza y muchísima ayuda. Fueron muchos más los momentos bonitos y de ánimo que los momentos de miedo. Momentos de miedo como por ejemplo tener la necesidad de dormir en la calle, yo no llevaba un presupuesto como para dormir todos los días en hostales, sino que la mayoría de los días tenía que pedir alojamiento a gente, al ayuntamiento a iglesias o incluso casas particulares, pero otras veces no ocurría así y tenía que buscarme un lugar en la calle para dormir, en ciudades totalmente desconocidas y donde ya no hablaban ni mi idioma, es muy duro tener que buscarte la vida en la calle te hace sentir miedo y soledad.

P: ¿Cuántos días duró el viaje? ¿Lo llevaba planificado o no?
R: Fueron noventa y un días, es difícil hacer un cálculo exacto de los lugares en donde parar, surgen tantas cosas que uno no tiene certeza de donde va a acabar finalmente. Prefería ir de la mano de la Virgen dejándome llevar, por lo que el viaje no lo llevaba planificado. Tracé una línea recta desde Lucena hasta Perpiñán que es un punto de Francia, partí desde el Santuario de María Santísima de Araceli, que está en
Lucena, allí se me hizo una misa de peregrino y después partí mi camino. Llevaba mapas y me ayudaba a través del móvil que tenía un sistema de gps que me permitía estar localizado.

P: ¿Recomienda esta experiencia? ¿Usted la repetiría?
R: La recomendaría en parte, depende de los objetivos de cada uno, si
alguien se plantea lo que yo iba buscando no es necesario hacer un camino de 2500 km, tu encuentro con este tipo de valores puede suceder también en la ciudad donde vives si sabes buscarlos. A mí me ha ido estupendamente, para mi, mí vida cambió completamente, de todo lo que he hecho en mi vida es de lo que más orgulloso me siento. Tengo intención de volver a repetir, esta vez una peregrinación a Jerusalén, lo que supone 8 o 9 meses de camino, encontrar una oportunidad para hacer una cosa como esta es difícil y más en esta vida que estamos llenos de compromisos.

P: ¿Qué es lo que mejor recuerda del viaje?
R: Lo que mejor recuerdo son los amaneceres, me gustaba salir por la mañana y emprender el camino viendo como cambiaba la luz y se abría un día nuevo. Dentro del cuerpo me nació un entusiasmo tremendo por seguir adelante, recuerdo aquello con mucha vitalidad, un recuerdo muy vivo de no sentirme antes así. Me gustaba esa manera de vivir, se te hace el camino como una forma de vida muy agradable y muy libre. Esta sensación solo la tienes allí, y eso lo echo de menos.

P: ¿Cómo actuó o le ayudó la gente con la que se encontró por el camino? ¿Esperaba esa reacción de la gente?
R: Una de las cosas más gratas fue encontrarme con la generosidad de la gente, de las personas que aparecían por allí. El camino realmente es el camino de la gente que te vas encontrando. El paisaje más bello que uno se encuentra son las personas que no sabes ni como, ni cuando, ni donde aparecen en el momento más oportuno, ahí es donde yo tuve la experiencia de sentir a Dios cerca, a través de la gente que aparecía y me ayudaba en el momento preciso. Me ofrecían comida, alojamiento, sus casas, sus camas… todo.


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