SÉNECA DIGITAL

Revista digital del IES Séneca


junio de 2018

Número 6
ISSN: 1988-9607
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HASTA ROMA ANDANDO

Marta Lara García (3º ESO C)

Hoy domingo por la mañana vamos a entrevistar a Juan Miguel de la Rosa, quien se fue andando a Roma, tiene 51 años, es de Córdoba, titulado en turismo, guía de turismo y miembro de una unidad de investigación de la Universidad de Córdoba, aparte de ser una buena persona. Afirma que para él su vida cambió completamente durante este viaje: “De todo lo que he hecho en mi vida es de lo que más orgulloso me siento”.

P: ¿Cuántos kilómetros solía andar por día?
R: Depende de como fuese la ruta, había lugares donde las poblaciones estaban mucho más alejadas o buscaba alojamiento y no lo encontraba por lo que tenia que andar hasta otra población cercana y buscar suerte allí, por lo que la media habitual de kilómetros cambiaba. 2500 km y 91 día de camino me salía una media de unos 32-33 km diarios, aunque había días de sesenta y tantos, otros días de 15 y hubo días de descanso también. Tuve una lesión en Cervera, un pueblo de Cataluña y me quedé allí en un convento de monjas durante 4 días.

P: ¿Cuándo llegó a Roma como se sintió?
R: No me sentí con una gran alegría, no fue para tanto. Era una sensación mezclada entre que ya había llegado y tenía fuerza para seguir andando otros 2500km más, físicamente y anímicamente estaba agotado y llegar a Roma fue en parte alegre y en parte decepcionante por ver que toda aquella aventura había terminado ya.

P: Si ahora mismo alguien fuera a hacer ese mismo camino con la misma oportunidad, ¿qué cosas le recomendaría? ¿cuáles no?
R: Yo no le recomendaría nada en especial, uno aprende de si mismo en el camino, solo le recomendaría que aceptase siempre una oportunidad en momentos de desfallecimiento, o momentos en los que te entran ganas de volver, le recomendaría que resistiera un poco más, que diera un paso más, simplemente aguantar, porque acabas venciendo al cansancio y a la soledad, y esa sensación es muy fuerte. No solo lo recomendaría para el camino, sino para la vida en general cuando las cosas van mal.

P: Como curiosidad, ¿qué es lo que llevaba en la mochila para todo el viaje?
R: Llevaba lo esencial, un peso fijo de 10 o 11 kg, en los que llevaba algunas zapatillas para descansar el pie, era época de verano por lo que no necesitaba llevar mucha ropa, simplemente llevaba un par de mudas, pasé
muchísimo calor. También llevaba unos depósitos de agua incluidos dentro de los 11 kg, un pequeño botiquín con lo mínimo, saco, aislante, algunos recuerdos y una medalla de la Virgen de Araceli.

P: ¿Echó de menos algo en el viaje?
R: Todo, la comodidad de tu casa. Pero también te das cuenta de la capacidad que tienen las personas de acomodarse a cualquier situación difícil.

P: Para terminar, ¿con qué se queda de la experiencia? ¿Aprendió algo en el viaje?
R: Todo de lo que he hablado ha sido un aprendizaje. Con lo principal que me quedo es con las ganas de repetirlo y la satisfacción de haberlo hecho, es algo que puedo contar de mi y me siento orgulloso de haberlo hecho yo solo y absolutamente solo, con mis recursos más personales. Y le doy gracias a Dios que me dio las fuerzas y las ganas para seguir adelante.

Tras la entrevista llama la atención una impresionante aventura motivada en gran parte por la fe de una persona amable y sencilla, capaz de superar todas las adversidades para llegar solo a su destino.


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