LARGA ESTELA

Ah, Pablo, bajo la dulce lámpara,
la mía fuese un flexo de estudiado afán
y la tuya leyenda de corsarios y bajeles
con las arcas a punto de vomitar
el esfuerzo de un muchacho hacia sus mapas del tiempo.
Y como dices, bien, nuestro destino
la espera ante puerta sin dinteles,
ante las bocanas de las grandes editoriales,
ante las naos que parten hacia suntuarias colonias del Parnaso.
Yo me quedo y te digo adiós.
Siendo honestos no hemos resistido
la tentación en el aire,
que no fue mal consejo, pero la ingratitud
apuñala, en estado joven, cualquier mano
con pliegues de bruma.
Quisiste ser rota columna decadente,
silente sombra de silbos claros,
y se tornaron orondas medallas cambiando el curso
a aquellos rumores ocultos
hasta golpear con fuerza las aldabas de los altos bojes inmortales.
Cuando paseabais por Grecia, Italia y Turquía,
nacía yo con el ansia de los bucaneros, Barbarroja me apellido,
y nos hemos vuelto a encontrar aquí, al regreso,
en la ciudad donde nunca descansa la poesía,
donde siempre agito un verso amargo,
donde una metáfora auroral se alarga al viento por entre las callejas,
aquellas que vosotros amasteis aun en la represión de los cuerpos
y los desnudos amantes sin género.
Me pregunto cómo pude sufrir yo en comparativa de los años,
yo que agonizaba en los Círculos exclusivos
junto con los cimbreos de aquellas muchachas de almas hoscas,
que recitaban el nombre de sus amores
unidos a los de sus insignes familias.
Me salvó conoceros,
y me dio dirección y vida.
Larga estela poetas, poetas de resistencia,
cómplices de mi adolescencia sola en provincia.

Balbina Prior Barbarroja