SÉNECA DIGITAL

Revista digital del IES Séneca


junio de 2018

Número 6
ISSN: 1988-9607
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RICARDO MOLINA, POETA DEL AMOR

SEIS ELEGÍAS

Por Felipe Muriel, profesor de Lengua Castellana y Literatura

Elegía XIII

A Joaquín de Entrambasaguas

Los que lean mis Elegías cuando yo esté ya muerto
dirán: Este poeta era igual que nosotros.
¿Sus amores? ¡Acaso no hemos amado todos!
¿Su tristeza?¡Quién no estuvo triste en la vida!
Así cualquiera puede ser poeta.
Es fácil hacer versos sin medida
y hablar siempre de rosas y de lilas,
de cielos y de nubes, de besos y recuerdos.

Pero yo habré ya muerto y será primavera
y violetas y lirios cubrirán las colinas
y los amores nuevos y las nuevas tristezas
perfumarán el mundo con sus flores radiantes
de deseos y lágrimas lo mismo que la vida.
Y otros dirán tal vez: Amaba sólo el cuerpo.
Era un materialista.
Sus Elegías son poco recomendables.
Muchas podrían tacharse incluso de inmorales.

Y yo habré muerto entonces y será primavera
y los tiernos deseos despertarán lo mismo
que misteriosas aves de la tierra,
y agitarán sus alas triunfantes en el aire
y sus gorjeos mágicos
llevarán a las verdes alamedas
amantes que en la sombra se besarán los labios.

Y algunos, una tarde
dirán: ¿Qué nombre tuvo en la tierra su amada?
Y unos pensarán en Elisa o en Laura,
y otros en Isabel, en Beatriz o en Teresa…
Y se preguntarán su nombre en vano
y su dulce pregunta quedará sin respuesta.

Pues yo habré muerto entonces y será primavera
y la vida cantando cruzará los campos
y los amores nuevos y las nuevas tristezas
apagarán con nombres de otras mujeres bellas
el de aquella que amé sobre la tierra.

Y un día una doncella leerá mis Elegías
y al llegar a la decimotercera
acaso diga:
Cuánto amor, cuánta dulzura
hay en este poeta.
Y tal vez confiese que de haberme encontrado
En Sandua o Piedrahíta me hubiera amado tanto…

Y aunque sea primavera y yo haya muerto entonces,
al beso de la lluvia despertarán las flores;
el amor pasará suspirando en su flauta
por los bosques sombríos y las claras montañas,
y al agitarle el viento los cabellos de oro
temblará a doncella, y yo estaré a su lado
aspirando el perfume de su melancolía,
y el cielo se pondrá más profundo y más grave,
y yo seré una sombra dulce y apasionada
que cruzará en silencio los verdes arrayanes.


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