SÉNECA DIGITAL

Revista digital del IES Séneca


mayo de 2019

Número 7
ISSN: 1988-9607
·
Versión para imprimir de este documento Versión imprimir

El atraco

Carmen González García (ESPA II)

El atraco [1]
Había sido un día de mucho movimiento y grandes ganancias. Los camiones habían vuelto y Juan me había hecho entrega de los diez millones de bolívares [2] ; estaba cansada … mañana los depositaré en el banco…
Esto de vivir en las afueras, donde el diablo perdió el calzón…Uff…Todo lleno de polvo de cemento…La casa, pronto me la terminarán.
…Cuando llega la noche…
En la mezzanina [3] , tengo a mi hija Natasha y a Ingrid que, a pesar de tener dieciséis años, cuida muy bien de Natasha; es merecido el sueldo que le pago y me es económico.
Ingrid grita:
- Nos acostamos ya…Natasha se duerme.
Yo contesto:
-O.k. Termino la caja y facturas y subo.
…Desde el sueño profundo, con Natasha a mi lado…me despierto súbitamente… El acerolit [4] se hunde dejando ver pasos. De inmediato reacciono y despierto a mi hija:
- ¡Natasha, mami, escóndete aquí, debajo de la cama.
Natasha: ¿Por qué mamá? …
Tan pequeña y obediente, bajo la cama y en silencio… ¡No salgas de ahí veas lo que veas! - le dije.
Natasha: - ¡Mamaá!
Dirigiéndome a mi hija con el dedo sobre los labios: - ¡Ssssilencio!
Un beso con mis dedos y al aire doy a mi hija, mientras me incorporo… Corro al armario de las escopetas. Saco la automática y la que uso en la caza de los patos…
- ¡Ingrid, tu madre me ha dicho, que sabes tirar ¡Toma, la de caza para ti! Los cartuchos están en el cinto…
Ingrid: - Catira [5] , tengo miedo…
¡Ahora no se puede pensar! - le dije
Hago dos tiros al techo, tras los pasos marcados en el acerolit…Un estruendo de sonidos sobre nosotras deja ver la carrera de uno de ellos.
Ingrid me grita: - Se ha descolgado mango abajo.
Acurrucada me siento sobre el quicio inferior del galpón con la escopeta entre manos y piernas … Tres tiros me quedan…Pienso…Mi cuello parece de acero, mi respiración rápida y corta; intuitiva, evita ser escuchada, ansiedad que hace temblar mis entrañas, pero no mi pulso.
Aún hay un bandido. Noche interminable…
Yo sentía perfectamente cómo el parietal, occipital y cerebelo se hacían cargo de la situación. El frontal estaba totalmente fuera de servicio, acción e intuición por sobrevivir. En la misma posición permanecí durante aproximadamente dos horas. Ingrid se encontraba tumbada sobre el suelo, y al pie de la puerta de la oficina donde se encontraba Natasha, le dije:
- Baja y llama a la guardia.
Ella respondió: -Me da miedo…
En ese momento solo contaba con ella para que me asistiera, y no podía dejar sola a Natasha. Sabiendo que el techo se podía levantar con facilidad desde arriba, y con la certeza de que aún se encontraba un delincuente, le insistí en tono firme:
- ¡Guáramo [6] , Ingrid! ¡Baja inmediatamente y llama! El número está en la primera hoja de la agenda, al lado del teléfono.
Ella bajó y, cuando ya estaba telefoneando, volví a escuchar los pasos sobre mí. Me di cuenta cómo los pasos se dirigían a la esquina del mango por donde bajó el anterior. Esperé para ver qué iba a hacer; pero al llegar a la esquina, aquel desgraciado no bajó…y comenzó a levantar el acerolit y a introducirse dentro… Estaba oscuro, pero la luz de la luna me dejaba percibir la silueta de las piernas. No me quedó otra opción… Disparé calculando no matar e inmediatamente aquel hombre comenzó a descolgarse por las lamas de los ventanales que daban a la alberca de la propiedad vecina.
En un par de movimientos ágiles, tomé la otra escopeta del suelo por si me hacía falta. Me cruzaban pensamientos por la cabeza, y pensé: Si estos tienen arma me pueden matar desde fuera. Aún así, me acerqué a la ventana, saqué el cañón entre las lamas y esperé.
Los cartuchos de los que disponía eran unos fiel targe para patos que se expandían. Si calculaba bien, haría daño pero no mataría. Pude ver al hombre caminando por el medio de la alberca abandonada, en la que sus piernas estaban bajo una capa de hojas putrefactas; cuando llegó a la pared más lejana comenzó a dar saltos para alcanzar la orilla, apunté bien y disparé. Me di cuenta, gracias a la luz de un poste cercano de la calle de que le había herido la pierna izquierda.
Pasado un rato largo, observando por el ventanal…volví a la habitación y abracé a mi hija; la tomé en brazos, ella no decía palabra alguna, pero yo notaba cómo su pequeño cuerpo temblaba. La calmé con besos y con una canción que acostumbraba yo a cantarle; ya tranquila, la coloqué sobre la cama y le dije:
-Duerme mi niña, duerme un ratito… Te quiero.
Ingrid no quiso dormir y se echó a llorar, la abracé; pero no lograba parar su llanto.
La guardia no llegó en todo lo que quedaba de la madrugada. Y fue cuando comenzó a salir el sol, cuando sentí el timbre de la puerta sonar… Bajé con calma pues aún mis piernas temblaban y sentía miedo de que mis pies no pudieran bajar los altos escalones de aquella escalera estrecha. Ya junto a la puerta pregunté:
- ¿Quién es?
-Guardia Nacional.
Me dije en voz baja para mí: A buena hora…
Abrí la puerta y los guardias entraron: - Hemos recibido una llamada, diciendo que se estaba produciendo un robo aquí. No quise decir nada; solo relaté lo acontecido.
Dijeron: - Tiene que ir usted y hacer la denuncia en el comando.
Lo increíble del asunto es que el comando estaba a un kilómetro escaso del galpón.
Sí… Hice la denuncia de no solo del intento de atraco, sino del abandono de las fuerzas de seguridad.
Días más tarde, pasaba por el frente del galpón un hombre en muletas, que llevaba la pierna izquierda vendada y al que se le notaba faltarle buena parte del gemelo. Lo reconocí, porque me había comprado el mismo día del atraco unos sacos de yeso cal y un saco de cemento.
Sentí mucho coraje, me acerqué a él y le pregunté:
- ¿Qué le sucedió, hombre?
-Un accidente, catira, … trabajando.
- ¿Trabajando?… ¡Ah!… Pues… Tenga cuidado usted, no sea que la próxima vaya a perder las dos- le dije en tono irónico. Aquel individuo permaneció callado; lo que me terminó de confirmar mi sospecha…
Nunca más volví a verle por allí ni hubo otros intentos de robo mientras estuve en Caicara.

[1Los hechos que se recrean aquí ocurrieron en Caicara del Orinoco el 27 de febrero de 1992.

[2Bolívar, moneda venezolana

[3Mezzanina o mezzanine, entresuelo, piso situado entre el primero y la planta baja .

[4Acerolit, lámina utilizada para cubierta de techo con alma de acero galvanizado, cubierto de alquitrán.

[5Catira, mujer blanca con el pelo rubio.

[6Guáramo, valor, pujanza


Arriba
ISSN: 1988-9607 | Redacción | www.iesseneca.net