SÉNECA DIGITAL

Revista digital del IES Séneca


mayo de 2010

número 3
ISSN: 1988-9607
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INSTRUCCIONES PARA MATAR HORMIGAS EN PARÍS

Nieves Marín Cobos
Alumna de 2º de Bachillerato

Tomad un descanso, breve, en tensión, entre la indignación por los arrestos, entre la efervescencia contenida, con un café humeante, un cigarrillo, de liar, caliente, y una guitarra imaginaria entre los dedos de porcelana de Françoise Hardy.

Françoise Hardy, que nunca podrá ser sólo Françoise porque perdería encanto misterioso, igual que aquel mayo soñado nunca podrá ser una sucesión lógica de hechos y lugares, porque no estuviste allí, sino que lo reconstruiste con las piezas de puzzle desperdigadas entre la censura y los ideales explosivos contra los quistes sociales; porque perdería el aura mística de los grandes momentos no olvidados por la materia inerte del cerebro.

Levantaos, reconstituidos e indeseables como Dani el Rojo. Volad de la Place Saint Germain, a la Place de la République, a la Place de La Bastille, por el boulevard Saint Michel. Porque hay que ser realistas y pedir lo imposible. Porque la imaginación está en el poder y la poesía en las calles. Porque queda prohibido prohibir. Porque todos somos judíos alemanes.

Ocupad las aceras con sentadas y el Odéon con discursos de utopías realizables. Decorad las paredes y dibujad expresiones de enfado desconcertante en la cara de los incrédulos. Huid hacia las hormigas. Haced frente a la policía, con el desafío del que desconoce en que consiste tener miedo. Escuchad a Sartre o a Mao o quien os dé la gana. Escuchaos el latir de las venas y de las uñas afiladas.

El 10 de mayo, dejad que la riada os lleve a la rue Gay Lussac, para que erijáis barricadas de coches y troncos caídos, para que arrojéis vuestro odio a la policía. Y es cuando busques cómo lanzar esa furia y disgusto, cuando debes, de nuevo, dirigir toda la sangre de tu cuerpo al cerebro, desde la punta de los excitados dedos de tus pies, para reparar, ahora sí, en los adoquines.

Porque recuerda que sous les pavès, la plage. Y entre la arena de playa las hormigas. El motivo de tu viaje. Extrae el adoquín con impaciencia medicinal, disfrutando, y mata a la hormiga que corretea altiva, pero perdida, bajo él. Mátala para no ser nunca una hormiga, para no convertirte nunca en aquello contra lo que luchas. Crécete, por dentro, por fuera, y tira el adoquín a lo lejos de la calle en ruinas, por la tristeza de emular un día a una hormiga, por el temor oculto a ser lo que tanto odias.

Sigue buscando, desesperado, las hormigas que pueblan París. Mientras Françoise Hardy te enseña cómo afinar L’Internationale junto a los obreros, mientras los huelguistas, en masa, paralizan Francia. Sin gasolina, ni metro, ni aviones, ni correo. Sólo estudiantes y obreros. Y Françoise Hardy en tus manos.


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