LA MARCHA A TRASSIERRA (I)

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Las “locuras” de Antonio Bravo (2ª parte)

La carta anterior terminada diciendo que “me quedé boquiabierto por el ejemplar comportamiento de nuestros alumnos. El día 22 de febrero fue lluvioso, neblinoso. Mucho barro en algunos tramos del recorrido; tanto que parecía que íbamos sobre patines y que algunos tuvieron que cortarse la parte baja del pantalón del chándal para poder caminar; como el tiempo nos vino corto, no pudimos descansar mucho en Santa María de Trassierra para comer ni en el Bañuelo para merendar; se nos hizo casi de noche bajando la Cuesta de los Pobres… Pues en ningún momento, ¡jamás! escuché la más mínima queja en boca de los alumnos y ¡vive Dios que no fue por falta de motivos! Llegando ya a la ciudad, y en distintas ocasiones, adelanté a dos chicas que iban cojeando por el dolor. Las animé a que se subieran en algún coche de apoyo, pero me dijeron que no, que querían llegar hasta el final. También vi a una persona que, en la cola, iba recogiendo por propia iniciativa algún que otro desperdicio –entre 800 alumnos era algo inevitable – tirado en el camino. En todo momento el ambiente de camaradería, y la ayuda mutua eran tan “gordos” que se podían cortar. He contado solo lo que yo vi.

Enlace desde aquí con La marcha a Trassierra (II)

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